Un sensor es un dispositivo que detecta variaciones de: temperatura, intensidad de luz,
distancia, aceleración, desplazamiento, presión, fuerza, humedad, etc.
Existen diferentes clasificaciones de sensores, siendo los más importantes los
siguientes: formato analógico y formato digital. En los sensores analógicos la señal
puede tomar un número infinito de valores dentro de un rango. Normalmente presentan
problemas relacionados con la presencia de ruido, interferencias y distorsión.
Asimismo, en los sensores digitales la señal solo puede tener un número finito de
valores dentro de un rango, es decir, que la función varia de forma discreta.
Por el aporte de energía los sensores se pueden clasificar en: pasivos y activos.
Los pasivos necesitan una fuente de energía externa y por lo contrario los activos
convierten parte de la energía a medir para el funcionamiento del sensor.
En el sistema de la alarma, el sensor de movimiento trabaja por medio de un
rayo de luz que cruza la habitación dependiendo el ángulo al que es puesto. Captan la
presencia de personas al detectar la diferencia entre el calor emitido por el cuerpo
humano por medio de la temperatura, cada persona radia energía infrarroja con una
longitud de 9 a 10 micrómetros. Esta luz es sensible al movimiento pero si el cuerpo se
encuentra en reposo no se activa, y el que hay en el ambiente este envía un golpe de luz de energía y espera a que la energía reflejada sea la misma, si la cantidad de energía enviada al momento de ser reflejada cambia esto provocará la activación.
Incorporan un filtro especial de luz que evita falsas detecciones por los rayos solares.
Existen diferentes usos para este tipo de sensores en las alarmas hogar: para abrir y cerrar puertas (centros comerciales, etc.), para encender luces o para detectar el movimiento de personas.